Música: hálito de las estatuas. Quizá:
silencio de los cuadros. Tú, lengua donde las lenguas
acaban. Tú, tiempo,
que, perpendicular, te yergues rumbo a corazones evanescentes.
Sentimientos, ¿para qué? Oh, tú, mudanza
de los sentimientos, ¿en qué?: en audible paisaje.
Tú, extranjera: Música. Tú, espacio del corazón
desprendido de nosotros. Lo más íntimo nuestro,
lo que, sobrepasándonos, se apersura hacia fuera,
sacro adiós:
cuando el interior nos rodea
como ejercitada lejanía, como la otra
cara del aire:
pura,
enorme,
no habitable ya.
Munich, 11 y 12 de enero de 1918
Rainer María Rilke