No sé sentir, no sé ser humano,
no se convivir dentro de mi alma triste,
con los hombres
mis hermanos en la tierra.
No sé ser útil aun sintiéndolo, ser práctico, ser cotidiano, nítido
Vi todas las cosas y me maravillé de todo,
Pero todo sobró o fue escaso
no sé qué- y sufrí.
Viví todas las emociones, todos los pensamientos, todos los gestos,
Y quedé tan triste como si hubiese querido vivirlos y no lo consiguiera
Amé y odié como toda la gente,
Mas para toda la gente eso fue normal e instintivo,
Y para mí fue siempre la excepción, el choque, la válvula, el espasmo.
No sé si la vida es poca o demasiada para mí.
No sé si siento de más o de menos, no sé.
Sea lo que fuere, la vida es tan interesante que lo es en todos los momentos,
la vida llega a doler, a asquear, a mutilar, a rozar, a rechinar, a dar ganas
de gritar, de saltar, quedarse en el suelo, de salir de todas las casas, de
todas las lógicas y de todos los balcones, y volverse salvaje hacia la muerte
entre árboles y olvidos.
Está todo intenso en mí
Está todo así, tan claro
Está todo brillando en mí
Todo conectado
Como si fuera una colina iluminada
Por una resina eléctrica
Que se filtra entre los edificios
Y baña de luz el lago hasta San Conrado
E iluminara hasta las canoas
Aquí, del otro lado
Todo conformándome
Todo en mí ardiendo
Está todo así, lleno de pasión en mí
Como fuegos pirotécnicos
Sí, desde que vine
A vivir en tus ojos.
Yo quiero un regazo o una cuna o un brazo caliente alrededor de mi cuello...
Una voz que canta bajo y parece querer hacerme llorar...
Yo quiero un calor en el invierno...
Un extravío tibio de mi conciencia...
Y después, sin ruido, un sueño tranquilo en un espacio enorme, como la luna
rodando entre estrellas...
— Fernando Pessoa —