Sin la poesía no soy nadie.
Nadie soy sin la poesía.
En ella vivo todos los días.
A ella acudo para la alegría
y la tristeza y ella me abre
sus brazos para acogerme.
Por eso le doy siempre las
gracias por su acogimiento
sin pedirme nada y yo dándole
lo poco que sé, y aprendo de ella.
El parisino de París