El carrusel lo encontré en un lugar abandonado y no sé porque cualidad que me dieron los dioses, lo puse en marcha e invité a todo el mundo que llegaba a él a subir, previo pago, para que al bajar se vieran sorprendidos que ahora tenían sensibilidad para ver y sentir las cosas maravillosas del mundo hechas por la naturaleza y los humanos. Se sorprendían gratamente y daban las gracias a no se sabe quién.
El parisino de París