MERODEANDO
Y andaba merodeando
por la ciudad blanca.
Y al doblar la esquina
la encontré y me quede
extasiado de lo bella que
era. Me dije a mi mismo
que no había visto a nadie
igual. Me pregunte: ¿Tendría
también el alma pura y bella?
Alguien descubrirá el secreto.
O ya lo habrá descubierto.
Seguí mi camino.
El parisino de París