Otra vez enfermo.
Y no se cuantas veces ya.
Voy al médico del Seguro Social.
Y le cuento que tengo calentura,
escalofríos y mucha pasión por leer.
Entonces se pone a pensar:
- ¿No será que ha cogido frio?
Y me receta unas pastillas de las
que se lleva comisión.
Y al termino de una semana sigo
igual con los mismos síntomas.
Vuelvo, le cuento y se pone a pensar.
Y mientras está pensado.
Le digo: ¿no será mi enfermedad
de leer tanta poesía cada día?
Y se queda extrañado.
Y me dice: deje de leer.
¡No puedo!
¡No puedo!
- No se pondrá bien si no lo hace.
- Y le digo: ¿Usted dejaría una
pasión que le pone bien para
luego con el tiempo ponerse
de maravilla para el vivir?
Pues eso doctor.
No la dejaré doctor.
-Pues seguirá enfermo.
- Mientras sea de poesía,
que me importa mi enfermedad.