EL GORRIÓN PLAYERO
Allí que llegó todo él
garboso, y se puso bien
arriba en la silla mirando.
¡Al mar!
¡Al mar!
Sin solicitar permiso al
dueño de la silla playera.
¿Sería uno de los cuatro
del otro día, o nuevo?
Lo que sí sé, es que allí
llegó él para mirar el
horizonte del mar.
Después de segundos
cogió vuelo y desapareció
libre como debe ser de libre
rodeado todo él de humanos.
¿Cuánto vivirá libre entre los susodichos?
No es fácil la vida para los gorriones
y para lo que no son pájaros, mas vuelan.
© Juan Antonio García Vidal