CUANDO hace frío en el tiempo, para mí es como si hiciesebueno,
porque a mí ser, adaptado a la existencia de las cosas
lo natural es agradable sólo por ser natural.
Acepto las dificultades de la vida porque son el destino,
como acepto el frío excesivo en el crudo invierno:
tranquilamente, sin quejarme, como quien acepta simplemente
y encuentra motivos de alegría en el hecho de aceptar,
en el hecho sutilmente científico y difícil de aceptar lo natural
inevitable.
¿Qué son para mí las enfermedades o el mal que me asalta
sino el invierno de mi persona y de mi vida?
El invierno irregular, cuyas leyes de llegada desconozco,
pero que existe en mí en virtud de la misma sublime fatalidad,
de la misma inevitable exterioridad a mí,
como el calor de la tierra en lo más duro del verano
y el frío de la tierra en pleno invierno.
Acepto por personalidad.
Nací, como todo el mundo, sujeto a errores y a defectos,
pero nunca al error de querer comprender en demasía,
pero nunca al error de querer comprender sólo con la
inteligencia.
Nunca al defecto de exigir al mundo
que fuese algo distinto.
Alberto Caeiro