Nunca es lo que fue.
Casi nunca lo es, aunque
te obstines a querer que sea.
La mayoría de veces no es.
Las circunstancias te pueden
llevar a lo que creías que es,
y no, nada de lo que fue es.
Y sin saber o sabiendo un
día te liberas y te espera
el mundo con los brazos
abiertos para reconocerte.
El parisino de París