Y en la inmensa noche. El silencio era el dueño de todo lo que habitaba. De las calles, de las avenidas, de los parques cerrados, de las casas de los sonámbulos y de todo aquél que le hacía compañía con la lectura silenciosa. Hasta que por el horizonte la aurora asomaba resplandeciendo tan intensamente, que el mismo se acobardaba empezando el retiro para la próxima que vendría en horas.
jagv