ADOPTARLOS
Morirme.
¡Claro que he de morirme
cuando me toque!
de palabras quedarán huérfanos.
Y en tal caso en el mismo momento
de mi partida o a los días, espero
que adoptados sea por aquella
persona, u otras que los amen tanto
como yo los amé. Son tan buenos
y sabios que quien los adopte no
se va arrepentir de seguir cuidándolos
y dándoles cobijo y amor como lo hizo
el poeta que tanto creció con ellos.
Son los hijos que no piden nada a cambio.
Solo de vez en cuando quitarles el polvo.
juan antonio garcía vidal
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